domingo, 24 de octubre de 2010

Decepciones - Ruleta

     En Rusia, el programa la Ruleta de la Suerte no es todo lo sangriento que uno pudiese esperar.

sábado, 23 de octubre de 2010

Día 18

Hoy he descubierto un nuevo lugar aquí. Por fin una larga calle peatonal donde se mezclan gentes, turistas y buscavidas. Donde se encuentra vida y gente charlando en voz alta. Automáticamente, la calle Arbat se ha convertido en uno de mis sitios preferidos de Moscú. Dicen que es como Las Ramblas de Barcelona, que solo les gusta a los guiris y que los de aquí la odian. Pues bueno, aquí la cara de guiri no me la quita nadie. Y el gusto por esa calle tampoco.

Y siguen las noches y los días en esta ciudad. Siguen los bares y la gente. Siguen mis paseos. Siguen mis risas y mis reflexiones. Siguen mis ganas de estar aquí. Y comienzan mis esfuerzos porque los dos meses sean más de dos meses. Porque veo en Moscú una ciudad con oportunidades para un extranjero. Porque creo que aquí todavía me quedan cosas por hacer.

No me decepciones.

jueves, 21 de octubre de 2010

Día 16

Hoy escribo enfadado. A lo largo del día han ocurrido cosas muy buenas, cosas buenas y cosas reguleras. Todas ellas hasta un cierto punto interesante. Y desde luego tendría que contarlas porque son más importantes. Pero es que ahora mismo estoy enfadado. Porque mi residencia tiene un toque de queda de 1 a 6 en el que no entra nadie. Yo salgo a las 21 para volverme a las 0.30. Yo a las 0.30 estoy pasándomelo de puta madre. Yo no quiero volverme a casa. Pero tengo que hacerlo. Porque estar 5 horas más es excesivo. Sobre todo excesivo para mi cartera.. Porque si me hubiese planificado bien, lo suyo era beber en casa hasta las 0 y salir hasta las tantas, como lo he hecho siempre. Pero me planifiqué mal. Y ahora estoy en casa. Enfadado.

Desde luego, hasta ahora, lo peor que tiene Moscú es el toque de queda de mi residencia.

Pero esto ya otra vez no me pasa.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Día 15

Uno de esos días en los que no pasa nada. Además, un poco feo por el tiempo, con lluvia y viento. Básicamente, terminando de preparar la clase que –ahora sí- daré mañana por la mañana. Tengo bastantes ganas. Mi primera vez como profe.

Primera visita al Instituto cervantes. Objetivo: empezar a buscarme la vida. Que ya es hora.

martes, 19 de octubre de 2010

Día 14

Poco a poco voy entrando en la dinámica de mis prácticas. Pero muy poco a poco. Felizmente, han aceptado mi idea de celebrar unas jornadas sobre cortometrajes españoles. Ahora tengo que redactar el proyecto para que lo apruebe la decana. Me siento muy bien con eso.

Los rusos son increíblemente ceremoniosos en cualquier ocasión mínimamente formal. Hoy fui a un concierto que dieron grauitamente en  el conservatorio, en homenaje a un exprofesor. Antes de empezar, discursos. Entre acto y acto, discursos. Flores. Placas. Galardones. Todo eso les vuelve locos. También he visto que aquí se aprecia mucho el saber hablar bien en público. Y desde luego saben hacerlo.

También he vuelto a pasar por el centro y me ha vuelto a parecer increíble.

domingo, 17 de octubre de 2010

Día 12

Día muy tranquilito y agradable. Paseo de dos horas por parques moscovitas. Visita a un monasterio impresionante. Visita al lago que inspiró el Lago de los Cisnes. Había unos patos. Los cisnes eran de metal. En una escultura, se entiende.

El paseo se ha mantenido a una temperatura de unos 0 grados, lo cual hizo que al final, los que íbamos nos metiésemos en un café bastante chulo. Me encanta esa sensación -que ya he vivido en otros lugares muy fríos- de meterse en un café acogedor. Que fuera haga mucho frío, pero yo esté disfrutando de mi café. Me imagino como será esa sensación dentro de un mes, con -10 grados fuera y nevando. Y me encanta. 

Me sorprendo a mí mismo –aunque no demasiado- afirmando tajantemente que me gusta la cultura del frío.

Decepciones - Circo

-          El circo Rusia que venía a mi pueblo todos los años y que aseguraba ser el número 1 en Moscú aquí es totalmente desconocido.

sábado, 16 de octubre de 2010

Día 11

Hoy. Película –mala- y resaca benévola en proporción a la noche anterior. Fui al cuarto de unos españoles a ver las fotos, a cenar, a charlar y a echar el rato. Vuelvo a mi cuarto con el plan de escribir mi post diario y dormir. Mi compañero de habitación está bebiendo coñac con un amigo ruso. Yo les acompaño. Mientras escribo, hablan en ruso.


Ayer. Hacía dos años, desde la ya nostálgica Despensa, que no tenía una gran fiesta de cumpleaños. Ayer lo fue. Gente. Españoles. Rusos. Búlgaros. Italianos. Franceses. Coreanos. Finlandeses. Extranjeros. Conocidos. Desconocidos. Y Vodka. Mucho vodka. Al parecer todo el mundo lo pasó bien. Lo que yo recuerdo también es bueno. Me cortaron la tarta sobre mi cabeza. Tradición rusa, dicen.

24. Si cada año fuese una hora, ahora estaría en el filo de la medianoche. Ni uno quitaba.

Ni uno. 

jueves, 14 de octubre de 2010

Día 9

Primera toma de contacto con la noche moscovita. Mi impresión es muy positiva. Creo que los rusos y las rusas saben pasárselo muy bien y que pillándo el rollo, uno puede divertirse aquí tanto como en España. En mitad de la noche pasamos al día de mi cumpleaños. Ha sido genial. Cadiz, Salamanca, Frankfurt, Barcelona y ahora Moscú se une a ciudades que me han visto pasar de año.

Empiezo a tener la sensación de que quizá dos meses se van a quedar un poco cortos…

En otro orden de cosas, hoy por fin han cambiado mi cama soviética. Bueno, no la han cambiado, la han arreglado. Y he aprendido una importante lección: nunca digas que tu cama está para tirarla sin que antes un ruso haya intentado arreglarla.

Pues nada, me voy a dormir a mi cama soviética… digo, a mi cama de la Perestroika.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Día 8

Prácticamente todo el día en la residencia, preparándome la clase de mañana. A las 21.30 suena el teléfono. Mi clase se pospone para la semana que viene. Me da bastante rabia.

Hoy han caído los primeros copos. Poca cosa, pero el mensaje es claro: se acabaron los días soleados y Moscú se prepara para enseñar sus dientes.

martes, 12 de octubre de 2010

Día 7

Primera semana. Creo que no me puedo quejar demasiado. Me puedo quejar. Yo siempre me puedo quejar. Pero no demasiado.

Mi principal meta del día ha sido estructurar una clase que daré el jueves a alumnos rusos. Una clase en español sobre, básicamente, lo que yo quiera. Centrándome en lo “mio”, hablaré de cultura española. Pero intentado romper tópicos. Será la primera vez que sea profesor. Estoy bastante entusiasmado con la idea.

Los objetivos secundarios han sido llenar la despensa y ver el partido de la selección. Solo uno lo he conseguido. Al menos no tendré hambre.

Cervezas, y hoy incluso ron, hasta las dos. Muy agradable.

Me sorprende lo rápido que me voy acomodando.

lunes, 11 de octubre de 2010

Dia 6

Día tranquilo, de reposo tras el intenso fin de semana.

Mi adaptación ha dado hoy un gran paso al instalarme internet en mi habitación. Eso no lo habría en una residencia soviética.

Empiezo a sentirme cómodo. Incluso compartiendo cuarto, cada vez lo hago más mío. Aunque la cama sigue siendo soviética.

Hoy, cena y cervezas hasta la una y media. Ha llegado una nueva española. Tenía cara de susto. Me planteé si yo mismo tenía esa cara de susto hace tan solo una semana. La verdad es que en poco tiempo me estoy acostumbrando. O eso creo yo. Cuando he ido por primera vez al supermercado esta mañana me he dado cuenta de que todavía me queda por adaptarme.

Pero la cosa va bien.

domingo, 10 de octubre de 2010

Día 5

Vuelvo a Moscú. Tres días completos rodeados de rusos, de jóvenes rusos, de familia rusa, de gente de verdad rusa, de lengua rusa, de paisajes y atmósfera rusos. Todo más allá del ajetreo de Moscú. En el desconocido Dimitrov.

Los rusos entre ellos son muy emocionales. No dudan en abrazarse, en besarse, en reírse. Buscan la broma de cualquier cosa. Buscan que cualquier reunión sea un momento entrañable. Me recuerdan en muchas cosas a la gente de allí.

Yo he sido elemento de curiosidad en esas reuniones. Eso ha provocado más de una historia curiosa, pero siempre agradable. A veces me sentía como algo exclusivo, en plan, ‘mira, un español de verdad’. Otras veces, se ponen a hablar entre ellos durante un buen rato, y yo no me entero de nada. Pero disfruto viéndoles gesticular, viendo comunicarse entre ellos con ese idioma de locos y viendo como son.

Me ha gustado la experiencia. Me ha cansado, claro. Pero la sensación de verse rodeado por lo auténtico es genial. Me sentía como una especie de antropólogo. Y me lo he pasado muy bien.

Me voy a dormir.

jueves, 7 de octubre de 2010

Día 2

Sigo sin solucionar el tema de mis prácticas. Hoy no he podido ver a mi jefa. Literalmente, su ayudante me dijo que echaba humo. No por mí. Por otras movidas, pero igualmente, no quería pagar los platos rotos por segunda vez.
He tenido mi primera lección de ruso, que era de un curso que ya había dado unas pocas. No he estado ni la mitad de perdido de lo que me esperaba. Empiezo a tener ganas de hincarle el diente a esta complicadísima lengua. Ya lo leo. Lento, pero sé leerlo.
Hoy he visto, realmente, la ciudad en la que vivo. Moscú. Plaza Roja. Kremlim. Catedral de San Basilio. Limusinas y BMW. Todo es inmenso. Es la palabra que mejor puede definir esta ciudad. Inmenso. Parece que cuando construyeron los edificios no había límite ni de tiempo ni de materiales. Tuve la mala suerte y la suerte de que justamente no se podía entrar en el centro de la Plaza Roja. Mala suerte por no poder estar en el centro de la plaza. Suerte por comprobar de manera brutal la inmensidad de esa plaza. Además, en el fondo, no estorbaba para nada, pude disfrutar la plaza perfectamente.
Moscú de noche, y observado desde un mirador que permite una vista panorámica es increíble en el sentido más estricto de la palabra. Aún no me puedo creer que yo esté ahora inmerso en esa ciudad que vi desde el mirador.
Aquí a un parque rodeando un río es una calle. También me he enterado que aquí, un cirujano, cobra 4800 euros. Al año.
Se me confirman algunas de mis primeras conjeturas. Los rusos son muy amables con los extranjeros. Moscú, si no te metes donde no te llaman, es una ciudad perfectamente segura. Dos conjeturas confirmadas = Deducción: La imagen que nos llega de Rusia está fuertemente distorsionada.
Por ahora, me está gustando esto.
Me voy a mi cama soviética. Estoy destrozado.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Día 1

Hoy ha tocado papeleo y primera toma de contacto. En el papeleo me he encontrado por primera vez en la situación de tener que explicarle a alguien que no tiene ni idea de español ni de inglés ciertas cosas. El resultado ha sido satisfactorio.
Todavía no me han aclarado el contenido de mis prácticas. Mi jefa me ha dado la bienvenida medio echándome la bronca. Resulta que estaba mosqueada por uno que había venido a verla antes. No se lo tendré en cuenta. Una hora antes había estado en ese despacho, sin mi jefa mediante, con otro de Cádiz y dos rusas que ni idea de español. Té y dulces. Tela de dulces. Ha sido muy acogedor.
Mi primera visita a una iglesia rusa ha sido una experiencia sobrecogedora. La palabra es inmensidad. Y algo hortera. Tanto dorado, me recuerda a los canis.
Pese a lo que pueda parecer, los rusos son muy amables con los extranjeros. No están nada acostumbrados, ni siquiera en Moscú, a que vengan gente desde tan lejos, y aunque no te entiendan ni una sola palabra, no se les va la sonrisa de la cara y las buenas maneras. Es, sinceramente, agradable.
Increíblemente, tengo la sensación de que Moscú es una ciudad bastante segura.

martes, 5 de octubre de 2010

Día 0

Estoy destrozado. Desde las 4 de la mañana en planta. Pero ya estoy aquí. Cúpulas doradas en las iglesias. Frío como un 30 de noviembre en Salamanca. Y mucha gente con cara de ruso.
Mi residencia también es rusa. Más bien soviética. Si puedo vivir aquí podría haber vivido en la Rusia de Stalin. Me lo tomaré como una especie de parque temático soviético.
Comparto habitación, algo inesperado y algo incómodo. También he conocido a españoles, algo muy de esperar, y ciertamente cómodo, para que nos vamos a engañar.
Mañana me despierto aquí en Moscú. Pero ahora me voy a dormir en mi cama soviética. Estoy destrozado.